Incendios arrasaron bosques brasileños en 2024
En este país se quemaron 6,7 millones de hectáreas de selva tropical en 2024, casi el doble que en 2023.

“Una vez quemado, el bosque se vuelve más vulnerable a nuevos incendios”. Foto: EFE.
21 de mayo de 2025 Hora: 12:14
El año 2024 quedará marcado como el más destructivo para los bosques tropicales del planeta desde que existen registros, según un informe divulgado este miércoles (21) por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI).
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Por primera vez, los incendios forestales superaron a la agricultura como principal causa de pérdida de vegetación tropical, una señal alarmante del colapso climático en curso.
A nivel global se perdieron 30 millones de hectáreas de bosque, el equivalente al territorio de Italia. Casi la mitad, un 50%, fue devorada por las llamas. Entre los países más afectados, Brasil encabeza la lista con el 42% de toda la pérdida de selva tropical, alcanzando los niveles más altos de devastación por fuego en siete décadas.
Solo en Brasil se quemaron 6,7 millones de hectáreas de selva tropical en 2024, casi el doble que en 2023. Cada minuto, el fuego consumió el equivalente a 18 canchas de fútbol. Esta devastación ha sido acompañada por una explosión en las emisiones de dióxido de carbono (CO₂): 718 megatoneladas solo en Brasil, de las cuales 553 provinieron de incendios en bosques primarios.
El impacto no es solo climático. La selva amazónica, un bioma no adaptado al fuego, podría cambiar de forma irreversible. “Una vez quemado, el bosque se vuelve más vulnerable a nuevos incendios”, explica Ane Alencar, directora científica del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM).
A diferencia de otros ecosistemas como el Cerrado o el Pantanal, la Amazonía no tiene mecanismos naturales para recuperarse del fuego, lo que pone en riesgo su integridad ecológica a largo plazo.
Una de las grandes alertas del informe es que las emisiones por incendios forestales no se incluyen en los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero del IPCC, bajo la presunción de que forman parte de ciclos naturales.
Pero para expertos como David Tsai, del Observatorio del Clima, esa premisa ya no es válida en un mundo con incendios extremos en zonas no adaptadas al fuego.
“No lo estamos registrando, pero las emisiones están saliendo a la atmósfera”, advierte Alencar. Esta omisión pone en duda la capacidad de los países, incluido Brasil, de cumplir con el Acuerdo de París, que exige reducciones drásticas de emisiones para evitar un calentamiento global superior a 1,5 °C.
El informe también revela que la pérdida de bosque tropical primario aumentó un 80% en 2024, revirtiendo años de avances. Para cumplir la meta de detener la deforestación para 2030, el mundo debería reducirla un 20% cada año, pero los datos muestran una dirección opuesta. La expansión de la agricultura a gran escala, especialmente el cultivo de soja y la ganadería, sigue siendo un factor clave de la degradación.
Peter Potapov, investigador de la Universidad de Maryland, advierte: “Si esta tendencia continúa, podría transformar permanentemente las áreas naturales y liberar grandes cantidades de carbono, intensificando el cambio climático y alimentando incendios aún más extremos”.
A pesar del desastre, hay señales de esperanza para 2025. La próxima temporada seca no coincidirá con El Niño, lo que podría suavizar las condiciones climáticas extremas. Además, la deforestación ha disminuido en todos los biomas brasileños bajo el gobierno de Lula, ofreciendo un escenario más favorable.
“Si controlamos mejor el uso del fuego y combatimos los incendios provocados, podemos reducir significativamente la devastación este año”, afirma Alencar.
Para Mariana Oliveira, directora del programa de Bosques del WRI Brasil, el país tiene una oportunidad histórica de liderazgo climático de cara a la COP30, que se celebrará en Belém. Pero advierte: “Sin inversión sostenida, fiscalización rigurosa y políticas de uso sostenible del suelo, los avances logrados corren serio peligro”.
Autor: teleSUR: cc - MMM
Fuente: Brasil de Fato